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Mi Vietnam

(Sur de la provincia de Formosa. Territorio del Chaco Walamba)
But the tigers come at night / With their voices soft as thunder
As they tear your hope apart / As they turn your dream to shame.
LOS MISERABLES


Y quisiera ser como el niño aquel / Como el
hombre aquel que es feliz / Y quisiera dar / Lo que
hay en mí / Todo a cambio de una amistad.
SOY REBELDE


Mírenme ahí, qué delicia. En la más tierna infancia de mi
Vietnam tenía dos cosas, un miedo nocturno a ser abducido y una
felicidad: escapar a lo de mi vecina para que me vista de china,
que me monte de campesina con una toalla larguísima, giro y sigo.
O de astronauta, de payaso, que en el nordeste argentino donde
me criaron se había hecho un lujo, un sueño la celebración de ser
otro mariconcito más.
En mi arribo a esos territorios sólo pude llorar, la luna estaba
en cáncer al nacer y me lloré a mí mismo un río bermejo durante
meses sin descanso. Como si hubiese estado mucho tiempo
esperando una mejor reencarnación y, de repente, me viera allí
de nuevo, en ese escenario de la vida, muy parecido a algún lugar
de la Indochina. Mis lágrimas ningún curandero pudo parar,

sólo me calmaba en un hombro de mi madre que hasta ahora
le duele, el otro no, era el hombro derecho mi refugio. Por las
tempranas batallas, por ser un lugar minado para mi existencia,
a esa geopolítica toda hecha en mi contra le digo MI VIETNAM,
con sus interminables palmares, las plantaciones de arroz, la cara
cerrada de sus habitantes, la piel curtida por el sol, la polvareda
que se hace barro a la vera de los riachos, por los bosques tan
propicios para los monstruos acuáticos, el hábitat para encuentros
con seres de otros planetas, o para los placeres más ocultos.
Por esos días yo saltaba en precarios tinglados llenos de
algodón blanco y sucio, lleno de bichos que me picaban. Las arañas
esperaban la oscuridad de la noche, la quietud del campo, para
rociarme ácido en la cara, siempre en la cara mientras dormía…
Por la mañana terminaba en el puesto de primeros auxilios más
cercano con la cara arañada, me recetaban algún cebo de víbora
y volvíamos caminando de la mano con mi madre entre las
matas, mientras yo, espantado, descubría que había vida viviendo
mientras yo dormía, vida matando, vida naciendo, clavando los
dientes, hincando punzones de ámbar entre los senos, diría Lorca.
Esa vida agazapada esperando mi sueño para atacar no me dejaba
dormir, comencé con mis largos insomnios, el misterio del campo
entero con miles de ojos desde afuera adelgazaba la división entre
el sueño y la vigilia.
En las tardes calientes, asistíamos con mi madre a LA
EXTRAÑA DAMA. Me apasionaba la inestabilidad identitaria de
aquella campesina engañada, que con su juventud muerta recién
nacida se hace monja. Adoraba que en su clausura y teniendo a
la diabólica Sor Paulina como carcelera se arriesgaba a escapar
por las noches disfrazada de Baronesa Manfredi uouououo; y
lo más extraño de todo es que nadie la reconocía tan solo por
tener una capelina enorme, tapando un escándalo con otro aún
mayor… Todo el mundo le respetaba ser otra. Del miedo a María
Rosa Gallo pasaba a LOS EXPEDIENTES SECRETOS X, serie
que reforzó mi seguridad absoluta de que iba a ser raptado de
un momento a otro, era inminente, tal vez hasta sin percibirlo.
Sólo después sería hallado en alguna zanja todo intervenido. La

angustia inconfesable me acompaña hasta hoy.
Algunas noches recibíamos la visita de un primo que llegaba
del monte adentro, donde la civilización aún no había matado
la animalidad que habita en cada hombre. Tenía un par de años
más que yo y una piel morena que le hervía, como de bestia.
Subjetivado por películas de Bruce Lee, Terminator y Rambo…
una masculinidad de otro planeta, demasiado exultante para un
niño, perverso polimorfo cuya capacidad de seducción asombra
y cautiva a quien sea con su actitud avasallante. Nos ponían a
dormir en la misma estrecha cama, cada uno con la cabeza en el
extremo opuesto como haciéndonos un 69. ¡Qué santo mi padre!,
de día dejándome morado de palizas, escupiéndome, amenazando
con mearme si seguía siendo tan mariconcito (sí, sí, todo muy
BDSM por allá) y por la noche arrojándonos a ese dispositivo
tan excitante… Cuando todos dormían, una luz en nuestro
cuarto era encendida y yo era finalmente abducido. Ese primo
que yo amaba me hacía protagonizar sus berretines de guerra,
jugaba a que él era un héroe con metralleta enfrentándose a los
orientales y rescatando una china, sin su consentimiento claro.
Con un brazo me sostenía del cuello y con el otro tiroteaba a los
enemigos. Mientras me apoyaba su cuerpo caliente, sorteábamos
los campos minados de napalm, rodábamos, de repente, por las
trincheras del cuarto y él terminaba encima de la china, como un
perro, jadeando, susurrando, mi cuerpo de crianza se estremecía
en ese guión siniestro… Al día siguiente yo no debía recordar
nada, aunque hasta hoy nuestras sinvergüenzuras diagramaron
mi deseo sodomítico, a pesar de la culpa secreta y abusiva que me
proporcionaron por mucho tiempo la iglesia evangélica primero
y un cierto feminismo de la buena conciencia después. Ahora
agradezco a ese alienígena que me amó en la aridez afectiva de
MI VIETNAM, que me deseó; le agradezco las miradas tiernas y
amenazantes que nos regalábamos en el desayuno, su libertad con
la que potreaba en los campos, verlo regresar intempestivo hacia
mis brazos por las tardes. Y otra vez, cae la noche tropical.

 

​

Félix Olvido. Escritor y periodista freelance. Autor del blog elvicholove.tumblr.com Trabaja de traductor en idiomas inglés, portugués y español, adoptando como forma-de-vida el nomadismo digital. Militante seropositivo, usuario de cannabis medicinal. Da charlas, talleres y conferencias sobre estos temas. Co-autor del artículo “Juventud gay en ambientes de relacionamiento sexoafectivo, prácticas biopolíticas de resistencia” Ammann, Beatriz; et. al. (comp.) para el libro Sujetos emergentes y practicas culturales: experiencias y debates contemporáneos, Córdoba: Ferreyra editor, 2014. ISBN: 978-987-1742-64-6. Experimentando sobre el propio cuerpo terapias alternativas y de producción de sí. "Lo que quiero decir Dr. Azúcar, es que el trabajo de un poeta es su propia vida", Violet Venable en Suddenly last summer.

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