Bambi
Bariloche, septiembre del 76. Esta foto apareció de repente entre
unas fotos que mamá tenía guardadas. Fue verla y largar una
carcajada. Inevitable decirle: “Mamá, mirá lo que me ponías,
después no querías que te saliera puto”. Al rato me dio lo que
fue el souvenir de mi bautismo, una zapatillita de ballet plateada
sobre un tutú de tul… celeste. Pero esa es otra historia.
Para esa época, en casa, estábamos en pleno periodo hippieprogre.
Mamá, a lo de la imagen, se lo tomaba muy en serio y estaba
súper entusiasmada con su máquina de tejer. Mis padres justo se
acababan de recibir, tenían buenos trabajos. El Golpe de Estado
era algo reciente, la dictadura cívico-militar todavía no mostraba
su ferocidad. Entonces, esa primavera de 1976, nos fuimos de
vacaciones a Bariloche. Es uno de los primeros recuerdos que
tengo de chico, tenía cinco años.
Bariloche, septiembre del 76. Esta foto apareció de repente entre
unas fotos que mamá tenía guardadas. Fue verla y largar una
carcajada. Inevitable decirle: “Mamá, mirá lo que me ponías,
después no querías que te saliera puto”. Al rato me dio lo que
fue el souvenir de mi bautismo, una zapatillita de ballet plateada
sobre un tutú de tul… celeste. Pero esa es otra historia.
Para esa época, en casa, estábamos en pleno periodo hippieprogre.
Mamá, a lo de la imagen, se lo tomaba muy en serio y estaba
súper entusiasmada con su máquina de tejer. Mis padres justo se
acababan de recibir, tenían buenos trabajos. El Golpe de Estado
era algo reciente, la dictadura cívico-militar todavía no mostraba
su ferocidad. Entonces, esa primavera de 1976, nos fuimos de
vacaciones a Bariloche. Es uno de los primeros recuerdos que
tengo de chico, tenía cinco años.
El asunto fue que al parecer Bariloche y lana tejida le cerraron
a mamá y, antes de irnos, me hizo unos atuenditos tejidos, a ver
cuál más monono tenía que lucir. ¡Hasta me estaba haciendo
trabajar como modelo de pasarela! ¡Y, encima, gratis!
Haciendo tours por Bariloche terminamos en un recorrido
náutico, desde el Lago Nahuel Huapi hasta la Isla Victoria. Al bajar
de la embarcación, vi que en el lago, bajo el muelle, había miles de
pececitos, así que me tiré al muelle a mojar las manitas. Mientras,
por el rabillo del ojo, veía cómo mamá y papá se alejaban. Tan
maravillados con el paisaje, no se percataron de mi ausencia.
Reconozco, ahora, que los dejé ir. Me escapé. Fue mi primera
vez. Pero no la última. En cuanto estuvieron fuera del alcance
de mis ojitos, me consideré libre y me fui a recorrer el Bosque
de Los Arrayanes. Estaba solo, cual Bambi correteando por las
playas y entre las flores. La gente me miraba y se reía. Me tomó
unos cuantos años entender esas risas, pero en ese momento no
me importaba nada. Era libre, entre las flores y la naturaleza, con
ese conjuntito de la foto que amaba.
Pasé un par de horas paseando a la deriva hasta que los encontré.
Estaban desencajados y vociferando cosas, tales como que del lago
se decía que no tenía fondo y algo sobre un monstruo que, pobre,
no tenía nombre todavía. Cuando se calmaron un poco, seguimos
paseando. Me llevaron a ver la cabaña de Bambi, salí de ahí con
mi pobre almita llena de Disney. Ahí mismo, me acuerdo, me dijo
papá: “Subite a un arrayán, que te saco una foto”.
Más tarde, investigando sobre los arrayanes, encuentro que “el
Arrayán es un arbusto que en este lugar, único en el mundo, toma
la envergadura de Árbol para formar un mágico e inusual bosque”.
Tal cual como me sentí ese día, y cada vez que veo esa foto: un
arbustito que se creyó árbol, algo mágico e inusual. ¡Y libre!
Rodrigo Durá.
Puto viejo pero aggiornado (nunca taxi ni remisse), Despachante de Aduanas devenido en Acompañante Terapéutico. Actualmente viviendo en el hermoso barrio de Florida. Amante de las plantas y los animales, convivo con 3 hermosos gatitos blancos, dos peces y un par de sapos. Recién asomado a la Teoría Queer y sus laberínticos vericuetos. Buscándose.
Contacto: durarodrigo@gmail.com