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Caminar Torcidos

La defensa de la infancia que proponen los grupos neoconservadores
(como el Frente Nacional de la Familia) es una invitación a la
vigilancia generizada de los cuerpos y es una de las excusas
sociopolíticas que buscan reforzar la heterosexualidad obligatoria.
Ser un niño con rasgos “delicados” y expresiones “femeninas” en
una sociedad machista como la mexicana, significa estar expuesto
a un escarnio público que te exige ser recto, es decir, encarnar la
figura del cuerpo heterosexual que te orilla a ser masculino: fuerte,
aguerrido, competente, valiente, rudo, aventurero, mujeriego,
futbolero y siempre dispuesto a brindar protección antes que
recibirla.
Todo lo anterior exige una estilización corporal que
constantemente es evaluada para calificar si alguien cumple la
ilusión del niño macho –modelo valorado– o el niño maricón
–que se vuelve blanco de burla y agresión–. Bajo esas dos
figuras recuerdo que construí mi infancia. Una infancia que fue
cuestionada por llorar frente a mis compañeros y compañeras
del salón de clase, una infancia que reprimió un compañero del
colegio por no querer “jugar a los golpes” con él y una infancia
que mi entorno familiar puso en tela de juicio por parecer “nena”
y no “nene”.
En realidad, ahora lo pienso, yo viví una infancia repleta de
prejuicios sobre qué debe ser un hombre y cómo se debe comportar.

Quizá si algún compañero de la primaria o secundaria mira mi
foto dentro de este hermoso libro diga: “¡Lo sabía, ese wey era
maricón!”. Quizá algún familiar o amigo cercano comente: “Ya
por fin se destapó”.
Estos actos de habla son formas de instaurar un “yo” y buscan
dirigirse a un “tú”, y esa escena de interpelación es importante
debido a la categoría por la cual se dirigen a “mí”. Por tanto, exijo
que se reconozca la potencia de ser maricón a temprana edad,
demando la remodelación de la realidad social modificando los
términos del reconocimiento mediante los cuales ésta se constituye.
No me consideren un Hombre; considérenme UN MARICÓN que
desea, en la práctica rutinaria, una infancia alejada de la violencia
que impone la heteronormatividad.
¡Mariconcitos, no dejemos que nos arrebaten la felicidad de
caminar torcidos!

 

Jhonatthan Maldonado Ramírez.

28 años.

Contacto: jhona.maldo@gmail.com

 

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