Íconas
Ese era mi cumpleaños 12 o 13. No recuerdo bien, pero sé que
estaba en primer año de la escuela. Me festejaron muy pocos
cumpleaños, pero este fue uno de los mejores de mi vida. Era la
época en la que mis hermanas empezaron a laburar y pudieron
pagarme una fiesta decente. Invité a muchísimos compañeros y
amigos. ¡Y vinieron todos! Mis hermanas hicieron una animación,
nos hicieron bailar coreografías, había cotillón, comida, bebida,
todo… Yo nunca lo había vivido.
Esa mañana, cuando me levanté, fui a la cocina y había una
bolsita de regalo. Mis hermanas ya se habían ido a laburar. En
la bolsita estaba ese «camisaco»: cuadriculado, con muchos
colores, cierre... Fue amor a primera vista, me encantó. Me habían
regalado también un pantalón azul, un chupincito, que no se ve
en la foto. Me faltaba una remerita blanca, porque no tenía o no
me gustaban las que tenía. Le terminé pidiendo a mi hermana
mayor: la Vale. Me la prestó porque yo quería que me quedara
más ajustada la ropa. Fue la primera vez que le pedí ropa a mi
hermana oficialmente. Ya de puto grande se la robé. Hasta tacos
les robé: de chico para taconearlos en casa, pero de grande para
montarme afuera. Soy un puto fashionista, siempre fui coqueta.
Soy puto, soy un puto: vivo, me muevo, hablo y como como puto.
Elijo como puto y mírenme.
Me crié en una casa de mujeres, entre presentes y ausentes.
Hermanas, primas, abuela y tía. La Negra y la Delia fueron mis
íconas de la moda todo-coreano: pieles sintéticas, carteras con
perlas, cremas, perfumes… Me gustaba mucho verlas a mis
hermanas vestirse y pintarse para salir a bailar. También me ponía
los vestiditos de los muñecotes de mis hermanas cuando era muy
chico: me subía a un sillón con el vestidito acampanado rojo y el
viento le daba movimiento. Yo era fiel a mis gustos. Siempre usé
cosillas extravagantes, como ese camisaco en la época de la foto.
Me gusta tener un estilo llamativo y hasta fuera de la moda. Es un
juego vestirse, y está buenísimo.
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Ahora bajé un poco los tonos de colores de los lentes. Tengo
tres o cuatro que son como los de todos los días. Los más coloridos
(amarillo, azul eléctrico, fucsia, rojo, transparente, etc.) los dejo
más para el verano. Hace a mi imagen de ciego, es un accesorio
más. Es muy clásico que un ciego ande con lentes: ¿por qué no
darle un poco de estilo, color, papilla y glamour? Son re pensados,
no me los pongo al azar. Me imagino todo el composé con la ropa.
A veces me halagan los accesorios por la calle y me preguntan
quién me viste. Después de que me separé aprendí a comprar ropa
sola. El vendedor tiene que ser muy bueno explicando y tiene que
querer conocer mi gusto. Nada clásico para mí, todo con algún
detalle de diseño.
Ese cumpleaños fue mortal. Fue un cumpleaños con todo, el
primero grande. Al año siguiente, lo quisimos repetir pero fue un
fracaso. ¿Qué te puedo decir de la vela? El otro día cumplí 30 y
por suerte me soplé una buena vela también, la de un taxista.